Este cuerpo no es mío
pero tampoco tuyo,
ni siquiera la sangre
o la piel que me cubre.
Todo ha sido un préstamo,
una garantía confabulada.
Los dolores
las heridas
los muslos
las rodillas,
una construcción (im)perfecta.
La sonrisa alquilada,
las lágrimas impregnadas
como parte de un alma
que ha sido encerrada,
como castigo o galardón.
Cada centímetro un misterio
y cada lunar una señal.
En cada dolor, humanidad.
Un molde que no es eterno
pero que en él habita la eternidad.