Estás en el invierno,
en el verano,
cuando la pena llega.
Te encuentras a todas horas,
incluso en los cambios de horario.
Estás siempre puntual
como una ola en el mar.
Me acoges con tus suaves brazos,
que se expanden como alas,
para darme un abrazo.
Conmueves todo lo que tocas,
conviertes las sombras en esperanzas.
Levantas los ánimos,
hasta de almas rotas.
‘Eres magia divina‘, te dicen;
tú sonríes y disientes,
te sacudes la soberbia
y te llevas el oro de tu cuerpo
a curar otros amores.