Nacido en España y adoptado por el mundo,
él se ha criado.
Enfrenta sin miedo sus derrotas
pues alberga en él esperanzas remotas.
Dispuesto a ponerse los cuernos
procede a entrar al ruedo.
Con su hermoso traje de luces, levanta
la vista al cielo.
Dispuesto a perderlo todo, la pasión va
con ello.
Es el momento del comienzo, el final o el
tropiezo.
Sólo en Dios está el hecho.
Puede sentir sobre su ropa la sombra
que el miedo adopta.
Mas aquella pasión ardiente,
lo ha llevado a colocarse
entre la vida y la muerte.
El recorrido de su vida lo abrume,
huele la vida como un cruel perfume,
el instante sepultado sobre aquellas cruces.
Ha ganado su faena como una obra de arte,
ha encontrado en ella la sonrisa estimulante.
Ha matado a lo profundo, el estoque llamó
la muerte.
La gente en la plaza levanta la alegría,
él respira un nuevo día.
Su esbelta figura se ve congraciada,
ha ganado una de veinte mil batallas.
Con sangre en su traje siente orgullo,
ha hecho lo que de él nacía.
Arriesgarse a la muerte y aferrarse
a la vida,
La adrenalina corriendo, desafiando el
peligro, sólo él conoce lo que es estar
arriba.
Donde sólo el que acelera el corazón, ondea
el capote y enfrenta a la bestia, ríe de
placer y miedo.
La plaza grita: ¡Se ha ganado el cielo!,
por fuera susurran se irá al infierno.
Comienza de nuevo, retando a la víctima
o victimario.
El entrega su vida, su corazón y algo inmenso.
La afición no cree lo que ve,
mientras que el cielo implora OLE OLE.