Él la vio sentada en la banca leyendo. Rápidamente calculó la distancia que los separaba. Contó los pasos para llegar a ella. Diez, veinte, treinta pasos y medio, ya la tenía enfrente. La joven lo vio y le dijo hola. Entablaron conversación. Se hicieron amigos, luego novios. A él le gustaban los números, a su novia las letras. Ella le dedicaba poemas, canciones. Él se burlaba de las palabras, decía que su amor era más grande que el de ella, pues su amor era infinito como los números, sí, losnúmeros. Él conocía las medidas exactas de su rostro, su cuerpo. De sus minúsculos senos, sus caderas abultadas, cada centímetro de su piel, cada milímetro de lunar. Siempre le encontraba cifras nuevas. Dibujaba parábolas en ella, sacaba el foco y hacia la directriz. Entre sus curvas se perdía, entraba en sus circunferencias, no salía. Calculaba el diámetro y tocaba el pi con sus dedos,todo lo hacía real y racional. Contaba sus cabellos e inventaba ecuaciones para calcular las medidas exactas de su corazón. Y así la amó tanto que un día descubrió en su cuerpo la cifra que faltaba, que la humanidad buscó, el final de los números.