Los niños en septiembre corren y juegan, se esconden tras los arbustos mientras tú me juras amor de julio, estamos sentados bajo el manzano de Don José y me besas, descubrimos ese lado salvaje que guarda cada uno.
Te ríes y seguimos riendo, jugando hasta que la noche parece estar terminando y olemos un nuevo día.
Vamos a casa tranquilos y un poco ansiosos de no saber qué pasará el próximo mes, ansiosos de querer que todo pase pronto, porque queremos tocar el éxtasis del amor que probablemente hayamos experimentado antes.
Pasan los días y somos felices, y de repente pasan los días felices, pasan los niños corriendo pero ya no juegan, estamos sentados como en septiembre bajo el manzano de Don José, que ya no tiene manzanas.
Llegó la guerra más fría del amor y los misiles nos alcanzan; ¡todo pasó tan pronto!